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Mostrando entradas de julio, 2018

La ciudad sin luna

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La ciudad sin luna Respuesta tan real como cruda en la tristeza de la ciudad: el laberinto de la duda y el sendero de la soledad. Escombros entre la bruma, niebla camuflando tanta verdad. Entre las dos hay una pluma que habla de escritura al capataz. Demasiada sociedad para sentirse solo en la luna. Demasiada suciedad para tan poca muda. Caminando por calle maldad sin más valor que bermuda es difícil observar la paz que respiré incapaz en la cuna. El día hace gala de la oscuridad porque ni de noche añoro la cura. Es el favor de la tranquilidad: no hay tortura en la llanura. Todos se hacen la misma pregunta: ¿qué es lo que la hace especial? El laberinto de la duda y el sendero de la soledad.

Las zetas

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Las zetas Soy yo el que no concilia el sueño porque me grita la almohada y se despierta sin sentirse dueño de las imágenes creadas. Muerdo el agua en mi trance porque la sed es insípida, porque la aridez es el cáncer de toda mente rígida. Porque si ni despierto soy mío, es imposible dominarme en lo onírico. Como cuando estando frío te salpica en el ojo el cítrico. Podría dedicar versos sólo con la última letra, pero mi mítica lírica es egoísta. El insomnio posee la venta y no la alquila a días vista. Tejiendo universos paralelos como la tarántula con la mosca. A ambos se nos ven los miedos atrapados en el tapón de rosca. Las horas son instantes y el parpadeo, infinito. Se relajan las constantes hasta rozar el finiquito. Soy yo el que no concilia el sueño porque me grita la almohada y se despierta sin sentirse dueño de las imágenes creadas.

Incongruencias

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Incongruencias Y busco y busco porque me pierdo en pantanos. Y no encuentro a alguien que acceda al "cúrame". Y curo y curo porque hay que cumplir el ejemplo que predicamos. Y, por favor, búscame. Y continuamos vagando sin rumbo porque es lo que nos define. Porque, ¿cómo le vas a exigir a Dumbo que olvide sus orejas y camine? Y no le puedo exigir yo a un único, si debería conformarme con que estuviera... Como el actor con su público en su primera escena. Y no me conformo ni con lo estratosférico porque está al alcance de cualquier desalmado mortal como participar en un conflicto bélico que reduzca a escombros su ciudad. Pero tampoco me veo capaz de imaginar ese paisaje tétrico porque por muy hábil que sea el rapaz sigue dependiendo de lo atmosférico. 

Y si supieras

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Y si supieras Y si supieras cómo quema, no te atreverías a dibujarlo. Por respeto al que rema, por miedo a sufrir algo. Y si supieras la de tiempo que quita, aprovecharías el de comer techo. Silenciando a quien grita, apoyándote en su pecho. Y si supieras que no vale la pena, no le hablarías de sacrificio al perdedor. Porque los grilletes y las cadenas sólo pesan en el interior. Y si supieras lo que se siente, callarías en un debate. Por desconfianza en la gente, por humildad en el yate. Y si supieras de oscuridad, formarías hogueras. Por desconocer esa mitad que no quieres en tus velas. 

El yo crítico

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El yo crítico Como cuando decidiste dedicarle versos a la luna para evitar que conocieran el nombre de tu duda. Y siendo un cobarde latente has llegado al iceberg. Si hubieras sido valiente, contestarías mensajes desde el Everest. Pero no mereces lo que tienes ni mejorar una situación ganada a pulso. Lo aceptas cuando lo positivo que pasa entre tus sienes es tratado como intruso. Te diría que tú puedes, chaval, pero no me tomarías en serio. Sueles tener que suplicar para que acepten que renuncias a tu premio. Te cuesta horrores ser como deberías y lo intentas igualmente. Ni siquiera se nota el esfuerzo en tu día a día, tan solo mira a tu gente. Prueba a abrir los ojos entre bostezo y bostezo, ¿qué es estar despierto sin sentir el sueño? ¿Recuerdas la sensación de no llevar las esposas estando preso? Acostúmbrate a la sensación de no ser dueño. Como cuando decidiste dedicarle versos a la luna para evitar que conocieran el nombre de tu duda.