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Mostrando entradas de enero, 2019

Un SOS al limbo

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Un SOS al limbo Yo pido ayuda con los ojos,  pero me veis como a Medusa. Los marrones, ya rojos, siguen siendo excusa. Aquello que me cobra inestabilidad, me regala equilibrio. Es paradoja como la edad: cuanto más experiencia, menos ritmo. Si afecto es escasez, calor es necesidad. Si velocidad es lucidez, parsimonia sí es capaz. Y es que no eres refugio, no sabes serlo. El tuyo es sucio, y frío en invierno. Suenan los aromas del final y la burbuja ya es translúcida. Siempre cambiante e irreal, pero con tintes de súplica. Mi lírica es una llamada de socorro al que me oye pero no me escucha, al que me mira pero no me ve, al que pelea pero no lucha. al que me quiere pero no bien.

De nada

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De nada Quebrado y con una nota  en la que pone "De nada". Cansado de atar la bota para acabar en la almohada. Si ya he escrito los versos que no quiero decirte y he nadado inmerso en las ideas de quien fuiste y vi llorar al muerto por no reír un chiste, ¿cómo quieres que en el secuestro el tiempo sea todo lo que perdiste? Si ya no ves claridad ni ojos en la neblina y te alejas de la vanidad que trae el que rima y tu refugio no es ciudad, sino calor de esquina, ¿por qué iba a ser yo el capaz de retroceder cuando camina? Quebrado y con una nota  en la que pone "De nada". Cansado de atar la bota para acabar en la almohada.

Mira lo que has hecho

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Mira lo que has hecho Y así de inocente y puro era todo hasta que el deseo lo corrompió. Nos dio por rociar el lodo con cenizas de alcohol. Todo este desastre es arena fina que se te escapa entre afiladas garras porque cuanta más tiras, más y más frío pasas. Son dulces cuchillas de ébano importadas sin aduana desde el Tártaro combinadas con voces que gritan "quémalo" y otras que suplican "sólo mátalo". Cambios, cambios, urgen cambios, pero aquí no se regala ni lo que sobra. Corazones llenos de vacíos varios que bombean no sin poner trabas al que corra. ¿Y ahora quién responde a este caos? Mira lo que has hecho... El cobarde susurra "ciaos", y ni el valiente pone el pecho.

El niño

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El niño Dile al niño que no se le aleje del gris, que es su Valhalla y tiene que asumirlo, que esos claros no existen ni en París, que los oscuros son los cuervos y los mirlos. El niño tararea versos blancos para matizar sus días grises. Ya no van descalzos, los vistió a matices. Camina preocupado por la dirección de lo púrpura y por el tiempo que le queda de dolor ayudado por su bombeante brújula y su contrarreloj. Es joven y cada vez menos ignorante, cada vez menos feliz, cada vez más impactante la violencia tras su nariz. Dile al niño que no confíe ni en lo efímeramente pálido porque lo que se fríe siempre se vuelve árido