Lo que no cura el siglo XXI


Lo que no cura el siglo XXI

Es distinguir entre deseo y necesidad
y recurrir al análisis de situación.

Acaba siendo inútil como pensar en el qué dirán
justo antes de cometer el segundo error.

Sólo busco solo en compañía
y acabo por confundir el yo y el mío.
Porque en esta y en cualquier lejanía
yo soy yo, pero no soy mío si hace frío.

¿Cómo hemos de valorarnos, hermano,
si la caricia y el ramo son nocivos?
¿Por qué dolorida ofreces tu mano
si sabes que no conviene que toques el motivo?

En el barrio de lo habitual
me miraron raro.
Me hacen sentirme especial
y suele ser malo.

No por salir en la foto
vas a tener porción del pastel.
Pero por mostrar lo que sea que tengas roto,
aquí te corresponden con indiferencia como bien.

Por venganza, recelo o protección
lanzas dagas desde las cuerdas vocales.
Van con puntería circense y con temor,
pues se reciben sin discutir verdades.

Encapuchados con las manos en los bolsillos

son testigos de la belleza de la luna,
pero sus ojos no pueden apreciar todo su brillo
si el eclipse sale de sus propias monturas.
Éstos, desesperados, me susurran cuando chillo,
lo que no cura el siglo XXI lo cura la locura.


El chasquido no suena debajo del agua,
las señales de humo no se expanden en el espacio.
Comunicarse siendo mudo y mojarse con paraguas
ya es típica tónica en un viaje astral del que volveré despacio. 



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