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Mostrando entradas de julio, 2020

Veneno

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Veneno Luz y oscuridad, cal y arena, yin y yang, alegría y pena. No bajes la guardia, vigila tu espalda. Tu armario no es Narnia ni tu príncipe una rana. Como por arte de magia te desvaneces en tu cama porque para cortar la hemorragia sólo sirve la almohada. Entre la espada y la pared como el que quiere ganar, pero no dar un discurso, como las abejas cuando eligen entre polen y miel para aprobar el curso, como los niños de ayer que no saben cómo funcionaba su mundo, y decidieron crecer para honrar a lo absurdo. Entrando en lo laberíntico de expresar, uno se topa con su verdad. Pero no la quiere regalar por miedo a restar en su propia ciudad. Por miedo a potenciar todo lo que no sea igualdad, por no hacer gala de una inseguridad que siempre carga detrás. Y sigue su camino sin pensar en otra cosa, trata de encontrar cítricos en tartas de fresa. Pero cosas más raras ha sobrevolado la mariposa y sigue sin fiarse de posarse en tu mesa. Así que decide teñir

Junio

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Junio Junio. Realidad. Hace de contrapeso en mi báscula egoísta, corriendo el riesgo de que quiera perderle la pista. En su sueño espeso no tiene vista porque en lo onírico se permite el exceso de sobrecargar la lista. En búsqueda de paz sobre el trapecio hallé nervio en un jardín. Si hubiera andado tras un precio, ni me habría preguntado por el fin. Es el problema del necio, que nunca piensa en ti. Se gana el menosprecio de quien sí sabe vivir. Si siendo la inocencia más pura consigue coordinarse en el mundo, nada puede arrebatarle su opción más segura: caminar mientras le teme al rumbo. Sumido en la locura en su ecosistema nauseabundo consigue ahorrarse la sutura de confiar en el no vagabundo. Y es por no tan simple madurez, es cuestión de saber dónde pisa. Su aparente eterna niñez sólo desaparece cuando lo hace su risa. Es la única vía del pez, la que le protege de la brisa, la que cuando llega a diez vuelve a contar más deprisa. Hoy sé que es

El dado

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El dado Me he visto en esos espejos y en ellos tampoco soy yo. El cerco es cerco estando lejos porque lo que hoy toco ayer murió. ¿Y de qué sirve bailarle al reflejo si te responde sin emoción como ese impotente eco que hace un instante fue voz? En busca de lo que dejo siempre me encuentro el mismo patrón. Me atormenta con pensamientos de viejo estando encerrado en el cuerpo de un menor. Pero uno me da consejos y el otro comparte su dolor. El sabio se atusa la barba sin intención de cortejo y el idiota imita lo que hace el mayor. Lo derrumbo cuando empiezo porque después no querré hablar de lo que costó. Aprendí del atrezo que lo que no es mensaje es pura ficción. Sería como si la belleza del cerezo compensara una peligrosa radiación o como si el desnudo lienzo tuviera más mérito que el pintor. Odio todo a lo que me asemejo porque me veo influenciado por su motor. Y eso no concuerda con mi idea del yo complejo que me castiga por no ser nunca el mejor. Y es

Mayo

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Mayo Mayo. Etapas. Camuflando llamadas de socorro en gritos sordos que riman. Cansado de los renglones que borro por el brillo de su pupila. El mismo que me mete en el engorro y me saca de la fila. El mismo que me cubre los oídos con un gorro para que no escuche lo malo de la vida. La gota que colma mi vaso, agua de mayo. La penúltima es fracaso, que caigan hasta el fallo. No todas merecen el mismo caso como la flor y el tallo, pero son como la paz para el payaso, se manifiesta cuando callo. El índice que lleva a una página carente de contenido busca su propio hábitat en el jardín del vecino... No entiende de sonrisa ácida ni de lenguaje fino. Así que huye de la vía rápida, que lo denso no cae en el olvido. En bucle en la misma espiral que me cautivó... El prisma que me sonríe en el bosque. Ya se me ha insinuado antes esa flor, pero hoy tampoco logra seducirme en la noche. Sigue cosechando aciertos en el dolor, pero ansía un trofeo como broche. Cuand

Lluvia ácida

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Lluvia ácida Elegimos a qué reloj creer porque ciegos somos sinceros. En cada instante decidimos verter un horizonte de sucesos certeros. Todo para no errarle a la piel y, por una vez, darle de lleno. Todo para recompensar al fiel y que todos tengamos lo que merecemos. Soportando el árbol que compense como el viejo lunático harto de la línea recta. Haciéndole caso a la mente ya que todo le afecta. Haciéndole caso al frente para organizar la tormenta perfecta y decirle bien claro a la cara a esa gente que envenenaron mi menta. El arte me da juego para desvestir una idea. Cuando me pide fuego le devuelvo una marea. Y justo ahí, erguido pero expuesto, me imagino haciendo apnea en un mar cuyo manifiesto me respalda en mi tarea. Lo real debe ser confuso para que lo tangible me mire a los ojos. En un panorama difuso reinan los antojos, en un laberinto inconcluso las paredes olvidan nuestros rojos, en el mar cualquier mal buzo tiene ventaja frente a los osos. Ya no

Abril

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Abril Abril. Interferencias. Limitarse a nivelar prioridades es como trabajar en tocar la luna. Todas las horas son iguales y no se consigue el objetivo en ninguna. Buscar tu nombre en la urna es como limpiar la cubierta de un barco hundido. Por mucho que sacudas, todo continúa igual de herido. Tratar de entablar una relación social es como tirar agua al mar muriendo de sed. Nadie sabe lo que te puede salvar pero no va a ser el bien. Luchar por ese bien sin un ancla es comprar piedras en una floristería. Elijes lo que necesitas de la balda, pero repites el viaje a los dos días. Combatir el fuego con palabras es lanzarle lechuga a un tigre de bengala. El error de alabar su boca cuando la abra es digno de los chicos del fondo de la sala. No se vayan a alarmar, pero está volviendo la fecha de caducidad. A pesar de la que caiga nunca nos va a perdonar que hayamos matado su pluviosidad. Abril. Interferencias.

La línea discontinua

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La línea discontinua Si es cierto lo que no te creía, hoy debe ser día gris en tu utopía. La línea discontinua como pauta vital funciona en los pequeños tramos vacíos. Se trata de hacerle cosquillas al final para que te señale tembloroso el camino. Nos quedamos sin caretas y ahora los ojos dicen cosas. Sin saber distinguir entre bordes y viñetas nos preguntamos por los límites de las losas. Trazarla a mano alzada es casi imposible como la vida misma. Hay que apoyarse en lo invisible para no empañar la vista. Como todas aquellas veces en las me supe ganador hoy lego toda mi fortuna a lo que deje cuando me vaya como todas aquellas veces en las que la misma canción sepultaba en inconexiones mi muralla. Los mitos eran siempre reales en el mismo instante, en el único asalto en el que aguantaba el contacto visual. Lo lógico sería aguantarse, pero hemos venido a jugar... Hay que verse, no mirarse, en el espejo, pero lo inteligente es evitar lo inútil. Por eso aunque