Doce

Doce

Me hablo pidiéndome explicaciones
en la gélida madrugada.
No me convence ninguna de las dos versiones
porque viven engañadas.

Exactamente una eternidad después, parece mentira,
digno de una cámara oculta.
Dentro de nada se empañará la mira
y no verá adónde apunta.

En ese momento tuvo menos importancia,
pensé que sería lo mejor.
Creí que refugiarse en otras fragancias
acabaría con el olor.

¿Pero realmente he superado la zona
si el aire me lleva a su dolor,
si sigo en búsqueda del mismo aroma,
pero con diferente sabor?

Y es que ese aroma a última vez
no se quita con Calgón.
Ni antes era un diez
ni ahora es un dos.

Existen multitud de calificativos,
pero no merece protagonismo el rencor.
Aunque lo que no decimos
apriete más que el botón.

Las perlas fueron perdiendo su brillo
conforme les quitabas el polvo.
Ahora sé reconocer el grillo
en medio del escombro.

En el laberinto servía de escape
como una puerta trasera.
Que también sirva esto de homenaje
al mayor de mis problemas.

Me hablo pidiéndome explicaciones
en la gélida madrugada.
No me convence ninguna de las dos versiones
porque viven engañadas.

Pero, eh, que se cuenten la verdad:
que sólo sentías lo virtual,
que en el face-to-face apenas podías hablar,
que era demasiado entretenido jugar,
que caí tantas veces que no servía levantar,
que de nada sirve intentar
cuando sólo uno de dos es real.




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