Veneno

Veneno

Luz y oscuridad,
cal y arena,
yin y yang,
alegría y pena.

No bajes la guardia,
vigila tu espalda.
Tu armario no es Narnia
ni tu príncipe una rana.
Como por arte de magia
te desvaneces en tu cama
porque para cortar la hemorragia
sólo sirve la almohada.

Entre la espada y la pared
como el que quiere ganar, pero no dar un discurso,
como las abejas cuando eligen entre polen y miel
para aprobar el curso,
como los niños de ayer
que no saben cómo funcionaba su mundo,
y decidieron crecer
para honrar a lo absurdo.

Entrando en lo laberíntico de expresar,
uno se topa con su verdad.
Pero no la quiere regalar
por miedo a restar en su propia ciudad.
Por miedo a potenciar
todo lo que no sea igualdad,
por no hacer gala de una inseguridad
que siempre carga detrás.

Y sigue su camino sin pensar en otra cosa,
trata de encontrar cítricos en tartas de fresa.
Pero cosas más raras ha sobrevolado la mariposa
y sigue sin fiarse de posarse en tu mesa.
Así que decide teñirse de rosa
para parecer menos presa,
pero acaba pareciéndole hermosa
a la bestia de mente más espesa.

Bañando zanahorias en parajes helados
encuentra la pista que le permite ser.
Empieza dibujando paisajes encerrados
en mundos de papel.
Colorea unas orquídeas a un lado
para saber que no puede perder,
y sigue caminando despistado
hasta que se topa con otra piel.

Un pirata triste izando la bandera de sus dudas,
bebiendo agua en mares de certezas negras.
Mezclando nieve con puntos de sutura
para que no lo noten las piedras.
Sin conseguir la paz de Buda
se refugia en la hiedra.
Pensó que el tic tac se cura,
pero después vio las caries en los dientes de la sierra.

Luz y oscuridad,
calma y trueno,
yin y yang,
cumplidos con veneno.



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